Reconstruyen el ADN de una especie de moa
Científicos de la Universidad de Harvard han conseguido ensamblar el genoma casi al completo de un moa de los arbustos, una especie de aproximadamente 1 metro de altura de la familia de los dinornítidos. Esta familia de aves no voladoras habitaban en Nueva Zelanda hasta hace 500 años, cuando desaparecieron por culpa de la acción del hombre. La especie más conocida, el moa gigante de 3’7 m de altura, fue el ave más alta que jamás haya existido y una de las más pesadas con 280 kg (superada por el Aepyornis de Madagascar con 500 kg).
Este logro acerca a los científicos al objetivo de la desextinción, es decir, a traer de vuelta a la vida a especies desaparecidas mediante técnicas como la clonación (introduciendo el genoma en óvulos de especies existentes) o la inhibición genética. «La probabilidad de la desextinción aumenta con cada mejora en los análisis del ADN antiguo», asegura Stewart Brand cofundador de la organización sin ánimo de lucro Revive and Restore, la cual aspira a resucitar especies extinguidas como la paloma pasajera o el mamut lanudo, cuyos genomas ya han sido prácticamente descifrados.
Para el moa de los arbustos, cuyo ADN fue reconstruido a partir del hueso de un dedo del espécimen de un museo, el trabajo para devolverlo a la vida requeriría todavía más manipulación genética y un huevo adecuado: el del emú, de 15 cm de largo y medio kg de peso, podría ser el elegido.
El trabajo con el pequeño moa todavía no ha sido publicado en ninguna revista científica (los investigadores publicaron una versión previa sin revisar), pero la comunidad parece mostrarse entusiasmada. Morten Erik Allentoft del Museo de Historia Natural de Dinamarca, experto en ADN de moa, lo calificó como «un paso adelante significativo». Del mismo modo, Beth Saphiro de la Universidad de California, quien lideró el proyecto para reconstruir el genoma de la paloma pasajera, destacó la importancia del proyecto puesto que «nos proporciona un genoma extinto de una rama evolutiva de la que todavía no teníamos nada».
No es común que la noticia de la reconstrucción de un genoma extinto se extienda por la comunidad científica de esta forma. Los journals exigen publicaciones rigurosas y no un «aquí lo tenemos», explica Ben Novak, coautor del estudio sobre la paloma pasajera. «La cantidad de proyectos en desarrollo quizá es el cuádruple de lo que se publica formalmente, pero los resultados se quedan en los laboratorios».
Otros genomas extintos cerca de ser completados incluyen dos parientes nuestros: los neandertales y los hombres de Denisova; la cuaga, una especie de cebra; el dodo, la famosa ave de Mauricio extinguida en el siglo XVII; o el alca gigante, un ave marina desaparecida a mediados del siglo XIX que, a diferencia de las alcas actuales, era incapaz de volar. Recientemente, investigadores en Australia desvelaron el genoma del tigre de Tasmania, el último de los cuales murió en cautividad en 1936.
En cada caso los pasos fueron similares. Los científicos recopilaron muestras de tejidos de especímenes de museos: el Museo Victoria en Melbourne, albergaba tigres de Tasmania, por ejemplo, mientras que en el Museo Real de Ontario pudieron encontrar el hueso del moa de los arbustos. A continuación extrajeron el ADN, que casi siempre presenta unas condiciones complicadas, ya que «el ADN empieza a deteriorarse unos pocos días después de la muerte», explica Saphiro.
Por suerte, con el alto rendimiento de los secuenciadores de genoma actuales, este problema se reduce, pero sigue siendo un trabajo arduo descifrar el orden de cada cromosoma. Para ello, Alison Cloutier y el resto del equipo del pequeño moa, tomaron 900 millones de nucleótidos desperdigados en millones de trozos de ADN e intentaron unirlos a partes específicas del genoma del emú, un pariente cercano de las nueve especies de moa. Esto permitió a los científicos conseguir situar el 85% del genoma en el lugar correcto. «Tenemos el otro 15% pero es difícil de organizar usando el genoma del emú», declaró Novak.
Lo mismo ocurre con otras especies. Para la paloma pasajera, por ejemplo, Saphiro y su equipo de paleogenómica utilizaron el genoma de la paloma de collar para intentar deducir cómo ordenar las secuencias de ADN. Algo similar intentan con el dodo, usando como plantilla el genoma de la paloma de Nicobar, su pariente vivo más cercano. Mientras que para el proyecto del mamut lanudo, los científicos están estudiando el ADN del elefante para entender mejor cómo está organizado el genoma de su pariente extinguido. Además, intentan mejorar su resistencia al herpes, virus que pudo haber contribuido a su extinción.
Sin embargo, si los científicos consiguieran resucitar una especie introduciendo su genoma reensamblado en un óvulo de una especie actual, la réplica del original no sería del todo perfecta. Una paloma pasajera «desextinguida» podría comer lo mismo que la auténtica pero, por ejemplo, quizá tendría comportamientos sociales y reproductivos diferentes.
Este método presenta más problemas en las aves que en los mamíferos. Sería posible introducir genoma reconstruido en el óvulo de un mamífero siguiendo la técnica que se usó para clonar a Dolly o en el caso reciente de los dos macacos cangrejeros. Pero esto no funciona del mismo modo en las aves, como apunta Brand. Su esperanza es explorar una solución alternativa que fue probada recientemente con pollos: introducir el genoma en células germinales, las células que se transforman en óvulos o espermatozoides. «Este es uno de los proyectos actuales de Revive and Restore», comenta Brand. «La desextinción se aproxima, gradual y definitivamente. En algún momento será vista como otro tipo de reintroducción, como llevar a los lobos de vuelta al parque de Yellowstone o a los castores a Suecia y Escocia».