Las ratas podrían ser inocentes de propagar la peste
Un nuevo estudio sugiere que, al contrario de lo que pensábamos, no fueron los parásitos de las ratas, sino los parásitos humanos como los piojos y las pulgas los que propagaron la peste negra que mató a millones de personas en la Edad Media.
La peste negra, conocida también como peste bubónica, está causada por la bacteria Yersinia pestis, que viaja a través del flujo sanguíneo y se desarrolla en los ganglios linfáticos, como explica Michael Greshko para National Geographic. Esto hace que los ganglios formen los «bubones» que dan nombre a la enfermedad. La epidemia se propagó por Europa a raíz de mútiples brotes que empezaron en el año 500, siendo los episodios más intensos los que se sufrieron durante el siglo XIV y a principios del XIX. En total, dejó entre 50 y 75 millones de muertos en todo el mundo.
Pero los investigadores todavía no entienden del todo las razones detrás de esta enfermedad recurrente. «Esta pandemia plantea todavía muchas preguntas, y cómo se propagó tan rápidamente es una de ellas», declara para CBC la investigadora Katharine R. Dean, quien dirigió la investigación en la Universidad de Noruega.
Ha habido muchas teorías a lo largo de los años acerca de la propagación de la infame peste negra, incluyendo un estudio del 2015 que sugiere que las temperaturas cálidas y los climas húmedos podrían haber propiciado su transmisión. Pero todas estas investigaciones no dejan de apuntar a los roedores y a las pulgas que se alimentan de su sangre.
Como informa Greshko, cuando las ratas llevan la enfermedad, sus pulgas también se verán infectadas, transmitiéndola a cualquier humano al que muerdan. Pero este modo de transmisión pudo haber sido distinto para cada brote de Peste Negra. Durante la conocida como Tercera Pandemia, que empezó en 1855, las víctimas humanas estuvieron acompañadas de una gran cantidad de muertes de ratas, lo cual difiere de los informes de brotes anteriores, en los que las ratas podrían no haber tenido la misma responsabilidad.
Para profundizar más, el equipo decidió enfocarse en la Segunda Pandemia, que comprende los brotes que tuvieron lugar entre el siglo XIV y el XIX. Dean y su equipo usaron modelos matemáticos para estudiar el movimiento y la tasa de propagación. En las simulaciones midieron la velocidad con la que se habría extendido la enfermedad si hubiera sido transmitida tanto por ratas y pulgas como por parásitos humanos. A continuación, compararon los resultados de sus modelos con nueve brotes de Peste Negra en Europa entre 1348 y 1813 y, en siete de ellos, los datos encajaban mejor con el modelo de los parásitos humanos.
Como Dean admite, es importante tener en cuenta que estas comparaciones con modelos matemáticos no son la prueba definitiva y anticipa que la investigación será objeto de controversia entre los académicos.
Además de su indudable interés histórico, el estudio podría servir también de ayuda para combatir los casos actuales de Peste Negra. Entre agosto y noviembre del 2017 murieron más de 130 personas en Madagascar afectadas por esta terrible enfermedad.