La decadencia urbana captada por Thomas Mueller
Las ciudades son fuentes de inspiración magníficas para los artistas, con su continuo ajetreo de luz y color. Pero si nos quedáramos tan solo con esa perspectiva, estaríamos olvidando parte de la realidad. Al otro lado de las vías, más allá del resplandor de la vida, se dirigen fotógrafos como Thomas Mueller para registrar las sombras de la decadencia. Paredes enmohecidas, muebles podridos, arquitecturas derruidas… en todo ello parece haber una extraña belleza. Quizá disfrutemos imaginando relatos de otras épocas o puede que la imagen de la entropía en toda su crudeza nos lleve a experimentar una sensación catártica.
Pero Mueller, fotógrafo autodidacta afincado en Berlín, no se recrea simplemente en la degeneración y el declive. En sus obras, el verdor y la luz reconquistan los territorios que los humanos ensuciamos en el pasado. La naturaleza se abre paso entre el rastro de destrucción que una vez dejó una civilización ahora extinta. Porque en las imágenes de Mueller ya no existimos. Y quizá es aquí donde reside el misterio de la fascinación de nuestra generación por lo decadente: nuestro sentimiento de culpa de alguna forma se redime por un momento ante la visión de nuestra aniquilación.